
¡Caramba como pasa el tiempo!. Hoy estaba mirando un artículo sobre la catástrofe de Chernobyl en Wikipedia y por esos azares de revoltijo mental me acordé de una de las celebraciones de cumpleaños en Santander. Creo que fue hace dos años (o tres, vayausté a saber...), por aquella época nos entro antojo de vino de coco y lógicamente por mi cumple os invité a unas jarrillas de ese almibarado y puro néctar natural. Como era un día tan especial y había que hacer algo original invitásteis a un compañero de juerga para animar la que prometía ser otra de nuestas triunfales noches cántabras. ¡Un coco!. Lógica aplastante de nuevo. Si vas a tomar vino de coco es preciso llevar un fruto de repuesto no vaya a ser que al mesonero se le acaben las existencias. Desde el primer momento su carisma conquistó nuestros corazones. Evo (que asi se hacia llamar) rápidamente se convirtió en el centro de atención y no pareció afectarle mucho que consumieramos cantidades ingentes de la sangre de sus congéneres. Su integración fue inmediata aunque en cierto momento senti celos de su popularidad. A fin de cuentas ¡Se trataba de mi cumpleaños!. La noche empezaba a tomar tintes de humor absurdo y en aquella tasca con efluvios tropicales comenzaron a poner videos revival de los 70 o al menos eso es lo que en difuminadas imáges me viene a la memoria. Cuando llegó el turno de AC/DC tuvimos que pararle un poco los pies, el viejo Evo... ¡Qué cosas tenía!. En aquellos momentos de felicidad y de esparcimiento el pobre incauto no sospechaba nada del fatal desenlace de aquella noche.
Buscaste fortuna en una ciudad de antiguos Indianos.
Así era él, un cachondo:
